LOS PRIMEROS HABITANTES DE ARGENTINA

LOS PRIMEROS HABITANTES DE ARGENTINA

LOS HOMBRES DE LOS TOLDOS Y PIEDRA MUSEO

Los Toldos y Piedra Museo son importantes yacimientos arqueológicos ubicados en la Patagonia argentina, y son considerados los asentamientos paleolíticos más antiguos de ese país. En estos abrigos rocosos, los arqueólogos descubrieron puntas de lanza y diversos utensilios líticos en un contexto rico en huesos animales pleistocénicos extinguidos. Los restos tienen una antigüedad de 11 000 años a.C. y fueron elaborados por expertos cazadores que también dejaron pinturas rupestres.

Estos hallazgos permiten afirmar que ya no es Clovis la evidencia confirmada más antigua de presencia humana en América. Taima Taima, Pedra Pintada, Monteverde, Los Toldos y Piedra Museo sugieren que el poblamiento de Sudamérica fue contemporáneo o tal vez más antiguo que el de Norteamérica.
EL HOMBRE DE MONTEVERDE

EL HOMBRE DE MONTEVERDE

Un equipo dirigido por Tom Dillehay, de la Universidad de Kentucky, descubrió en Monteverde (Puerto Montt, Chile) restos líticos asociados a material orgánico que arroja una antigüedad de hasta 30 000 años a.C. El hallazgo a estremecido el mundo científico internacional y ha acaparado portadas en los principales diarios y revistas científicas del mundo.

En Monteverde se hallaron evidencias de un campamento de 12 tiendas hechas de estacas de madera y pieles de animales con restos de fogón. Las cenizas sometidas al Carbono 14 arrojaron una antigüedad de 13000 años a.C. Los arqueólogos encontraron instrumentos de hueso y puntas bifaciales asociadas a huesos de megafauna pleistocénica como mastodontes y paleollamas. Las puntas Monteverde se asemejan mucho a las encontradas en Taima Taima (Venezuela) que tiene una antigüedad de 11000 años a.C.

Ya el hallazgo del campamento de 13 000 años a.C. había causado revuelo internacional. Sin embargo excavando en estratos más profundos Dillehay encontró restos que arrojaron una antigüedad de 33 000 años. De confirmarse estos resultados se daría un vuelco total en la explicación del poblamiento inicial americano. Las investigaciones continúan y la polémica es cada vez más encendida.
LOS PRIMEROS HABITANTES DEL BRASIL

LOS PRIMEROS HABITANTES DEL BRASIL

EL HOMBRE DE PEDRA FURADA

Pedra Furada es un abrigo rocoso ubicado al nordeste de Brasil y su excavación está a cargo de un equipo Franco-Brasileño dirigido por Niede Guidón. Inicialmente los arqueólogos estudiaban las pinturas rupestres ubicadas en la caverna, pero al encontrar evidencias de industria lítica los estudios tomaron un nuevo giro. Los arqueólogos tomaron 55 muestras orgánicas asociadas a las evidencias líticas que fueron sometidas a la prueba del Carbono 14. Los resultados arrojaron fechados que van desde los 6 000 a los 50 000 años a.C. Se ubicaron lascas y toscos instrumentos de cuarzo. También restos de fogones y cenizas.

Los resultados de Pedra Furada, sobre todo los fechados más antiguos han sido objeto de diversas críticas. El arqueólogo norteamericano Tom Dillehay sostiene que los supuestos artefactos de cuarzo y cuarcita son de las mismas rocas que se desprenden de la cueva. La intervención humana en estos restos no ha sido demostrada. Pedra Furada esta siendo severamente cuestionada y sus sorprendentes fechados más antiguos son desestimados por la comunidad científica internacional.

EL HOMBRE DE PEDRA PINTADA

Pedra Pintada es otro importante sitio paleolítico americano. La caverna se ubica en medio de la Amazonía brasileña. Los fechados alcanzan hasta 11 000 años a.C. Las muestras consisten en puntas de cuarzo, restos óseos de fauna tropical y pinturas rupestres. Sus habitantes fueron excelentes pescadores y recolectores de frutos. Sus instrumentos líticos tienen un pulido triangular. Pedra Pintada es una evidencia de la extraordinaria adaptación de los grupos paleoindios a las condiciones de la selva tropical.
EL HOMBRE DE TAIMA TAIMA EN VENEZUELA

EL HOMBRE DE TAIMA TAIMA EN VENEZUELA

Taima Taima es una cueva ubicada en el estado de Falcón, en Venezuela. Su principal estudioso es Alan Bryan de la Universidad de Alberta (Canada) y tiene una antigüedad fechado de 13 000 años a.C. Los hombres de Taima Taima subsistieron con la cacería de enormes mamíferos y la recolección de frutos silvestres, habitaban en cuevas o en campamentos no permanentes y sus instrumentos eran de hueso y piedra. En el sitio arqueológico se han hallado puntas de proyectil lanceoladas, artefactos cortantes o lascas obtenidas al golpear trozos de cuarcita, raspadores, hojas bifaciales usadas como hachas y hojas con pedúnculo. Estos restos fueron ubicados junto a osamentas de mastodontes y megaterios de finales del Pleistoceno.

EL HOMBRE DE KENNEWICK


En el nor-oeste de EE.UU. se descubrió, en 1998, el cráneo del Hombre de Kennewick. Sorprendentemente no se asemeja a un indio americano. Tiene la cara estrecha, la nariz prominente, mandíbula superior sobresaliente y su frente es larga y angosta. Los especialistas sugirieren que este hombre de 8000 años de antigüedad, se parece a un cruce entre los ainos del Japón y los polinésicos, sin embargo otros sostienen que sus rasgos son caucásicos. En una cueva de Nevada, al oeste de EE.UU, llamada Espíritu Cavernario se descubrió recientemente otro cráneo muy semejante al de Kennewick.

Basándose en estos restos óseos algunos científicos como Richard Jantz, de las Universidad de Tennessee, sugieren que grupos no mongoloides (Ainos del Japón) llegaron por vía transpacífica a las costas occidentales de Norteamérica y se habrían extinguido; sin embargo, otros, como el antropólogo Francisco Mena, de la Universidad de Chile, consideran que esta hipótesis se debilita con tres argumentos: “En primer lugar, la muestra de esqueletos es mínima y en muy pocos ejemplares se ha analizado el ADN, como para determinar su dotación genética. En segundo lugar, hay que considerar que en toda población existe una amplia diversidad. En tercer lugar, la morfología mongoloide, que caracteriza a las razas americanas no existía hace más de 10 mil años, ni siquiera en Asia, por lo que perfectamente estos primeros habitantes pudieron provenir de Siberia y tener otra apariencia que fue cambiando con el tiempo". Además, precisa que “ las diferencias entre los indios actuales y los cráneos antiguos no implicarían necesariamente una extinción y ni siquiera un reemplazo poblacional, sino tal vez solamente la desaparición de rasgos arcaicos por hibridaje con una mayoría diferente recién llegada".
EL HOMBRE DE MEADOWCROFT

EL HOMBRE DE MEADOWCROFT

Fue descubierto y estudiado por James Adovasio, en Pennsylvania, cerca de la costa atlántica de EE.UU. En la caverna de Meadowcroft se descubrieron abundantes utensilios líticos como cuchillos y puntas bifaciales, lascas y raspadores. En el sitio se encontró, además, abundante material orgánico producto de la flora y fauna que sirvió de alimento a los hombres de Meadowcroft. Los arqueólogos extrajeron setenta muestras de estos restos y contrataron distintos laboratorios. Los resultados fueron sorprendentes: Hasta 16000 años a.C. sobrepasando en cinco mil años a las famosas puntas Clovis. Instrumentos semejantes, con una antigüedad de 13 000 años a.C., fueron ubicados en Cactus Hill y Topper; también al este de los EE.UU.

Las puntas de lanza de las costas atlánticas norteamericanas no tienen la forma de las clásicas armas acanaladas de los Clovis. Más se asemejan a las puntas solutrenses halladas en España y Francia, del periodo Paleolítico Superior. Basándose en esto los especialistas Bruce Bradley y Dennis Stanford, del Departamento de Antropología del Instituto Smithsoniano de EE.UU., plantean una sorprendente hipótesis. Sin negar la inmigración paleomongoloide por la ruta de Bering, sostienen que hace 18000 años grupos de cazadores europeos habrían llegado en embarcaciones rudimentarias cruzando el Atlántico por el lado oriental de América del Norte.
HALLAZGOS PRE-CLOVIS

HALLAZGOS PRE-CLOVIS

Como ya mencionamos, los sitios arqueológicos con fechados anteriores a 13 mil años a.C. tienen muy escasa aceptación en la comunidad científica internacional, principalmente entre los especialistas estadounidenses seguidores de Alex Hrdlicka. La mayoría de arqueólogos, entre ellos el reconocido Tomás Lynch de la Universidad de Cornell, han rechazado tradicionalmente todos los sitios Pre-Clovis, aunque últimamente las excavaciones en Meadowcroft (EE.UU.) y Monteverde (Chile) les obligan a replantear el problema. Estos y otros descubrimientos recientes en Norteamérica y Sudamérica sugieren que la presencia humana en nuestro continente es anterior en miles de años a los hombres de Clovis.
LOS HOMBRES DE CLOVIS Y DE FOLSOM

LOS HOMBRES DE CLOVIS Y DE FOLSOM

Las tradiciones líticas confirmadas más antiguas de América, corresponden a las puntas Clovis (11000 a.C.) y Folsom (9000 a.C.), encontradas en territorios de Estados Unidos.

Las puntas Clovis fueron halladas principalmente en Nuevo México. Son puntas líticas acanaladas de 10 a 12 centímetros de largo y son casi perfectamente simétricas. Son bifaciales y filudas, realmente mortíferas para los mamuts que recibían los lanzasos. De forma semejante a los modernos cazadores de elefantes, los cazadores de mamuts se dividían en dos grupos; unos distraían al animal y otros arremetían para herirle en el vientre o en las piernas. Las puntas Clovis han sido ubicadas en diversos lugares de Norteamérica como Alaska, California, Nevada, Mississipi y México.

Posteriormente los cazadores de Clovis, cedieron lugar a los hombres de Fólsom, fabricantes de puntas de lanza acanaladas pero de menor tamaño. Estas puntas eran eficaces para la cacería de bisontes lanudos que se convirtieron en la presa preferida de los cazadores norteamericanos ante la extinción de los mamuts. El bisonte, durante miles de años, se convirtió en el principal sostén de los amerindios paleolíticos. Se aprovechó al máximo su carne en la alimentación, su duro cuero para el vestido y la vivienda, su estiércol seco como combustible, sus grandes cuernos y dientes para fabricar utensilios, armas y adornos.

En otras regiones del continente se han descubierto yacimientos líticos contemporáneos a Clovis y Folsom, entre estos destacan: Lago Maden (Panamá), Tequendama (Colombia), El Inga (Ecuador), Huargo (Perú), Guitarrero (Perú), Viscachani (Bolivia), Cueva Fell (Chile). Estos sitios tienen entre 12000 y 8000 a.C. y cuentan con la confirmación de la comunidad científica internacional.
RESTOS ARQUEOLÓGICOS DEL POBLAMIENTO AMERICANO

RESTOS ARQUEOLÓGICOS DEL POBLAMIENTO AMERICANO

Los arqueólogos buscan incesantemente restos líticos y óseos que puedan dar luces sobre la historia del poblamiento inicial del continente americano. En casi todos los países de América se han hallado restos arqueológicos con fechados sorprendentes, algunos sobrepasan los 30 mil años de antigüedad; sin embargo, la mayoría de los descubrimientos son desestimados por la comunidad científica cuando sus restos son escasos o no acreditan una clara intervención humana. Por ejemplo, en diversos lugares se han descubierto piedras con formas de raspadores , cuchillas o hachas de mano, pero al parecer tomaron esas formas casualmente, debido a desprendimientos en las cuevas ocasionados por temblores o terremotos. Además, el fechado preciso de un instrumento lítico depende del material orgánico encontrado en su contexto y éste ha sido alterado muchas veces por factores naturales o humanos.


Los sitios arqueológicos más cuestionados o rechazados son aquellos que han recibido un fechado mayor a 13 000 años a.C. entre los que se encuentran:
Dawson City (Canadá), Old Crown (Canadá), Cálico Hills (EE.UU.), Lewisville (EEUU), Santa Rosa (EE:UU), Tlapacoya (México), El Bosque (Nicaragua), Paccaicasa (Perú).

Mapas del Poblamiento de América


"Las líneas negras marcan el poblamiento americano desde Siberia, realizado básicamente por grupos mongoloides, descendientes del Homo Sapiens Sapiens que surge en África y se adentra en los continentes europeo y asiático. Las líneas grises indican las trayectorias de navegación propuestas por aquellas teorías, no aceptadas por el grueso de la comunidad científica, sobre el poblamiento de América del Sur proveniente de Oceanía".


Este mapa también representa las principales inmigraciones paleolíticas a nuestro continente. La ruta asiática fue sustentada por Alex Hrdlicka, la melanésica por Paul Rivet y la australiana por Antonio Méndez Correa.


Mapa de la ruta de inmigración asiática a través de la región de Bering.
TEORIA AUSTRIALANA

TEORIA AUSTRIALANA

El portugués Mendes Correa fue el principal defensor de una inmigración australiana, a través de la Antártida. Según el antropólogo lusitano, los australianos utilizaron sencillas balsas para llegar a Tasmania, las islas Auckland y la Antártida. Este gélido continente pudo ser atravesado cuando gozaba de un “óptimun climáticus” (periodo de clima óptimo), unos 5 000 años a.C., durante el Holoceno. Después de varios siglos de recorrido por las costas antárticas, arribaron al Cabo de Hornos en la Tierra del Fuego y, más tarde, poblaron la Patagonia.

El antropólogo Paul Rivet en apoyo de esta teoría escribió: “ Esta hipótesis no es nada inverosímil. Sabemos que ha habido en el continente antártico períodos de extensión glaciar mayor que en nuestros días. Existieron pues períodos glaciares e interglaciares, como en el hemisferio norte, y no es imposible que, después del último máximo de extensión, se produjera un período de regresión glaciar, correspondiente al óptimo post-glaciar, como en Europa y en América del Norte. Esta regresión podría haber dejado una faja libre de hielos en la costa antártica, análoga a la existente en Groenlandia, permitiendo así establecimientos humanos. Por analogía con lo conocido en el hemisferio norte, se podría situar esa sazón hacia unos 6000 años antes de nuestros días.” (RIVET, Paul. Los orígenes del hombre americano, p.107)

El antropólogo portugués estudió en la década de 1920, a los nativos de la Patagonia y la Tierra del Fuego (Onas, Kon, Tehuelches, Alakalufes y Yagán) encontrando similitudes físicas, linguísticas y etnográficas con los aborígenes australianos. Entre las semejanzas podemos mencionar el grupo sanguíneo, las formas craneales, la resistencia al frío, palabras comunes, uso de mantos de piel, chozas en forma de colmena y el uso del boomerang. También merece mención el zumbador o churinga, un instrumento musical de uso ritual con modelos muy idénticos en ambas regiones.


Indios Onas de la Tierra del Fuego (sur de Chile)



Una variante de la teoría de procedencia australiana fue presentada por George Montandon, quien sugiere una migración malayo­polinesica con esclavos australoides, los cuales se instalaron en la Isla de Pascua, siendo utilizados en las construcciones de los colosos llamados “moais”. Los polinesios como buenos navegantes habrían llevado a los australianos a la Isla de Pascua y luego hasta las costas americanas en busca de materiales para sus construcciones. En los viajes a tierra firme los esclavos australianos habrían escapado de sus amos. De esta manera tenemos a los australianos en América. Esta tesis es ratificada en parte por la cronología hallada en la Isla de Pascua.

TEORIA POLIRACIAL U OCEANICA

TEORIA POLIRACIAL U OCEANICA

Antropólogo francés Paul Rivet

Otra de las teorías clásicas es la de Paul Rivet, para quien la población indígena americana es el resultado de cierto número de migraciones, unas por el estrecho de Bering y otras a través del Océano Pacífico.

Rivet tomó como base para su teoría, datos de múltiples evidencias como: rasgos biofísicos (estatura, color de piel, etc.), datos culturales y lingüísticos, tanto de los asiáticos, como de los americanos y oceánicos, con el objetivo de encontrar correspondencias que le permitieran reconstruir las posibles rutas migratorias que habrían seguido los primeros hombres americanos.

Refutó la tesis monoracial de Hrdlicka, postulando varias corrientes migratorias aparte de la asiática-mongoloide. Sostiene que también poblaron América los melanésicos y polinésicos a través de rutas transpacíficas, inclusive reconoce una inmigración australiana. Por ello la teoría de Paul Rivet es llamada “`poliracial”.


LA TEORÍA ASIÁTICA DE ALEX HRDLICKA

El primero en sospechar el origen asiático del hombre Americano, como ya mencionamos, fue el jesuita español Joseph de Acosta a fines del siglo XVI. Este erudito enarboló a favor de su tesis casi los mismos argumentos que tres siglos después esgrimiría el checo-norteamericano Alex Hrdlicka, quien ha pasado a ser considerado como el máximo defensor de esta teoría. Según Hrdlicka, los primeros pobladores de América habrían sido los cazadores paleomongoloides asiáticos que ingresaron por el Estrecho de Bering, a fines de la glaciación de Winsconsin, del periodo Plesitoceno, la Era del Hielo. Las oleadas migratorias habrían ingresado por el valle de Yucón de Alaska, en Norteamérica, para después dispersarse por el resto del continente.

El actual estrecho de Bering lo forman las aguas que cubren la plataforma continental que une a la península siberiana de Chukotsky con la península de Seward en Alaska. Esta plataforma, hoy sumergida, de una profundidad media de sólo 40 metros, constituyó una gran masa de tierra continua entre ambos continentes. Los estudiosos la conocen como Istmo de Beringia. Éste quedó al descubierto por el fenómeno de la “eustacia glacial”, que ocasionó el descenso del nivel del mar en 100 metros, durante la Glaciación de Wisconsin (o Wurm)del periodo Pleistoceno. Cierto es que la distancia entre el continente euroasiático y América es de unos 90 kilómetros, encontrándose en el medio las islas Diómedes y un poco más al sur el archipiélago de las islas Aleutianas, lo cual, perfectamente, pudo hacer más fácil el paso de una a otra masa continental durante el Pleistoceno Tardío y el Paleolítico Superior.
Siberia (en Asia), estrecho de Bering y Alaska (en América del Norte)

Los seguidores de esta teoría plantean que no sólo habrían avanzando hacia nuestro continente valiéndose del estrecho de Bering, sino a través de otras rutas menores, como las islas Aleutianas y la corriente marina del Kuro Shiwo.

La teoría inmigracionista asiática se apoya básicamente en semejanzas antroposomáticas entre el hombre asiático y los amerindios : cabellos lacios y oscuros, ojos con pliegue mongólico, pómulos anchos y salientes, dientes en forma de pala, rareza de pilosidad en la cara. También señaló la famosa “mancha mongólica”, una pigmentación verdosa congénita que tienen los asiáticos e indígenas americanos al nacer y que desaparece con el paso de los años. Hrdlicka era partidario del origen monoracial del poblamiento de América. Según él, entre los indios de América (mayas, quechuas o patagones) hay un conjunto de caracteres comunes que sugieren un origen común general. Este “aire de familia” se debería a que todos descienden de un tronco común: el asiático mongoloide.


Niño y mujer de raza asiática.

A favor de su tesis monoracial, Hrdlicka sostuvo también que todas las lenguas indígenas, como las asiáticas, eran polisintéticas y aglutinantes. Polisintéticas porque sus palabras están compuestas por muchos morfemas y aglutinantes porque sus palabras se forman al añadir varios prefijos y sufijos.

Es importante recordar que Hrdlicka era firme partidario de un poblamiento reciente, para él las primeras bandas llegaron recién a fines del Cuaternario (12 000 años a.C. aproximadamente) .

Si bien es cierto que la ruta de inmigración asiática es ampliamente aceptada por la comunidad científica internacional, Hrdlicka tuvo y tiene detractores. El punto más atacado es su tesis monoracial. Sus críticos (Paul Rivet y Mendes Correa, por ejemplo) consideran que, aparte de los mongoloides, también llegaron otros grupos migratorios paleolíticos, como melanésicos y australianos; es decir sostienen una tesis poliracial.

El portugués Mendes Correa explica: “La lista de los caracteres que, en opinión de Alex Hrdlicka, permiten la definición de un tipo general americano, no tiene el alcance que pudiera atribuírsele a primera vista. Se encuentran en ella muchos caracteres que no son comunes a todas las tribus de indios, sino apenas más o menos frecuentes entre ellos. Un gran número de estos caracteres aparecen en otros grupos étnicos y no poseen ningún valor específico diferencial desde el punto de vista etnológico. Es preciso también poner en evidencia que Hrdlicka señala entre los americanos que algunos caracteres importantes presentan una amplia variabilidad, lo cual habla a favor de una heterogeneidad antropológica. No se trata de variaciones individuales de un tipo, sino de diferencias diferencias importantes de medidas, de diferencias de tipos. El antropólogo americano dice por ejemplo, que el color de piel entre los indios varía de amarillo oscuro o moreno amarillento hasta el tono chocolate, pero dice que el color fundamental...es moreno amarillento. Es preciso ver en esta síntesis, en esta expresión ‘color fundamental’, no tanto la unidad real del color en América como un esfuerzo artificial para reunir tipos cromáticos diferentes. Hay en realidad pueblos que tienen uniformemente la piel de un color amarillo pálido y otros de un color casi n
egro.” (MENDES Correa. Nouvelle hypothèse sur le peuplement primitif de l’Amérique du Sud. Citado por Paul Rívet en : Los orígenes del hombre americano, pp. 74 y 75)
Indígena de Norteamérica
El antropólogo y lingüista Franz Boas demostró que no todas las lenguas americanas son polisintéticas y aglutinantes y que no existe un carácter común entre ellas. Y según el antropólogo Paul Rivet el estudio de los grupos sanguíneos no aporta tampoco un argumento a favor del exclusivo origen asiático de los indios americanos. Al respecto escribió: “ Estos (los ameriindios) se caracterizan, en conjunto, por una fuerte proporción del grupo O. En los pueblos asiáticos prevalecen el grupo B o el grupo A, mientras que el porcentaje del grupo O es siempre débil.” ( RIVET, Paul. Los orígenes del hombre americano, pp.79-84)
Sobre la antigüedad de las primeras oleadas migratorias, en las últimas décadas se han incrementado las evidencias de una presencia humana más remota en nuestro continente. La antigüedad de 12 000 años a.C. que planteaba Hardlicka, ha sido ampliamente superada por los nuevos hallazgos que explicaremos más adelante.

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